Reiteradas evocaciones
Domingos del ayer. Una vez más. Lo mismo, aunque de algún modo, diferente. Renace otra vez lo que fuimos. Regresan otros recuerdos. Inevitable. Existe una continuidad, quedó guardada en algún preciado rincón del pasado. Hoy aflora. Encuentros familiares, Domingo a domingo bulla infantil, adulta jocundidad. Acuerdos, desacuerdos. Risas enredadas aroman comidas abundantes, rebullen humeantes platos, rebalsan charlas femeninas. Jóvenes mujeres activan hornillos, apetitos. Típicas fragancias, remembranzas que acercan a remotos terruños. Herencias de sabias costumbres que deleitan paladares, ánimos dispuestos. Necesidades de acercar lontananzas. Arraigadas costumbres. Ritos transferidos de familia en familia, de mujer a mujer, de padres a hijos. Legados que, nosotros, ávidos niños absorbíamos sin saber lo que hacíamos. Corazones abiertos a paternas melancolías. Éramos frágiles a la vez que unido clan. La fragilidad por momentos nos sobrepasaba. La nostalgia frente a ineludibles lejanías,