¿Adónde se fueron
las vividas horas?
Alguna vez existieron.
Movilizaron nuestros
fervorosos deseos.
Nos condujeron
de la mano
hacia sutiles anhelos.
Nos acompañaron
en días festivos,
noches deplorables.
Formaron a nuestro
alrededor laberínticos
momentos,
desenredados tiempos
ilimitados.
Asolaron íntimos
sentires.
Deshilvanaron cantares
de dulces glorias.
Nos mostraron que
todo es uno,
uno es nada.
Siempre no es
por siempre.
Mañana,
desplegarán incógnitas.
Volverán a pertenecernos
en amaneceres flamantes.
Sutilezas
Tejido enmarañado, resistente, muchas veces obtuso. Arropa o desnuda nuestra existencia, tiempo, distancia. Trama sutil que nos une a través de los días de nuestra vida a lo ignoto. Más allá de lo previsto, de aquello que en nosotros alumbre o no alumbre, nos abarque desde siempre. No sé hacia dónde nos conduce, no sé qué nos espera, qué hay más allá de la añoranza. De esta manera ancestral de querer esperar lo probable, lo improbable. A pesar del desgarro, de la nada que nos asola y a la vez intenta acercarnos a la esperanza, contra todo riesgo, soslayando el cansancio. Allí, en ese ámbito que se abre luminoso, allí es donde se tejen las hebras de la constancia, de la perseverancia, del bien previsto.
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