Carta al ayer
Querida amiga: Esta noche, desde este largo ciclo vital, quiero enviarte esta carta. No voy a nombrarte, estás en mi desde siempre. Tu nombre fue mío, tan en mi estabas. El mío fue tuyo, tan en ti me llevabas. Nacimos juntas sin ser hermanas. Dimos trémulos pasos a lo largo de cortos caminos, guiadas por suaves manos. Reímos a la vez primitivas risas inocentes. Acompañándonos anduvimos largos días. Confabulábamos en baja voz, nos confiamos las entonces extrañas adolecidas sensaciones Crecimos. Construimos nuestras vidas. Dimos lugar a nuevas amistades, nuevos variados sentimientos. Algunos compartidos. Juventud. Madurez. Alumbramos hijos. Ellos participaron de nuestras cotidianas realidades. Supieron de nuestra acertada hermandad escoltando nuestros diversos rumbos. No es esta la vez primera que escribo y te escribo sobre nuestra entrelazada historia. Existe, en otras páginas, un breve relato que te menciona. Sin embargo, hoy vuelvo a sentir la necesidad de tenerte más cerca, La necesi