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Mostrando las entradas de junio, 2021

Amiga

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Mañanita otoñal soleada, amaneciste poesía en mí y allí vas en diluidas palabras hacia ese nido amoroso, casita de paredes rojas, refugio de chocolate y arroz. Risas inocentes, llantos angustiosos, revuelo de gorjeos cristalinos. Pasitos inseguros, corridas arriesgadas que llevan a los primeros desaciertos, a las hazañas tempraneras. Nidito contenedor, donde tú, ángel materno, amparas sus tempranos balbuceos. Risas, lágrimas, mocos que embadurnan caritas todavía redondas, mofletudas. Corazoncitos que añoran a mamá, sus mamás, esas que descansan seguras en ti, sin advertir tu propio llanto, tu angustia escondida tras tu sonrisa generosa, tu agobio de luchas a las que alguien irreverente llamaría quijotescas, y a las que tu nombras conciencia. Conciencia nacida de tu corazón lleno de amor, ese, el que donas a manos limpias, sin que te importe tu dolor, ni los oscuros riesgos, ni envidias ajenas. A ese paraíso infantil me invitaste. En él entré quizás profana, indigna de tanto afecto, de
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Dorado árbol desnudo y dormido aún alumbras. Huelen a hierba y a noche húmeda la tierra y tú. Azul celeste cielo embanderado Patria de fiesta.

Siembra

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A Nicolás   Siembra Si esta lluvia te dijera hoy, perdido jardín lo mucho que te añoro, lo mucho que desearía recorrer cada uno de tus rincones que fueron sueños realizados. Esos que, lluvia, me ayudaste a revivir con tu auxilio bendecido. Sembré en tu desértico llano cada una de las semillas, regalos de Dios. Acaricié los retoños, hundí sus raíces en tu tierra preparada para recibirlos. Y fueron frutales generosos, coníferas perfumadas, fresnos delgados, y algunos más. Ellos nos cobijaron en las siestas veraniegas. Rocé con mis manos sucias de barro las increíbles rosas rojas y los manojos de las blancas, recreadas noblemente en cada primavera junto a aquellas otras maravillas que nos donaron sus perfumes y colores mimando nuestras horas, día a día. Escondrijo cantarino donde las aves pampeanas y de otras tierras distantes, aprendieron a adueñarse de tu suelo y de tu cielo, con sus vuelos alocados y una que otra emplumada batalla por derechos adquiridos. Y rodeaste la casa, creciste c
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  Hay un ocaso en el devenir azul del horizonte. Regar, esparcir, cosechar dulces frutos, sabores añorados. Ignotos rumbos recorre el arroyo tras albas sendas. La música, encanto revelado, íntimo goce. Hallar mágicos sonidos en la siesta. Revivir en ellos. La lluvia huyó dejando frías huellas sol entibiando riberas. Resiste el invierno. Avanza la tibieza florecida.