Carta al ayer


Querida amiga:
Esta noche, desde este largo ciclo vital, quiero enviarte esta carta.
No voy a nombrarte, estás en mi desde siempre. Tu nombre fue mío, tan en mi estabas. El mío fue tuyo, tan en ti me llevabas.
Nacimos juntas sin ser hermanas.
Dimos trémulos pasos a lo largo de cortos caminos, guiadas por suaves manos.
Reímos a la vez primitivas risas inocentes.
Acompañándonos anduvimos largos días. Confabulábamos en baja voz, nos confiamos las entonces extrañas adolecidas sensaciones
Crecimos. Construimos nuestras vidas.
Dimos lugar a nuevas amistades, nuevos variados sentimientos. Algunos compartidos.
Juventud. Madurez.
Alumbramos hijos. Ellos participaron de nuestras cotidianas realidades. Supieron de nuestra acertada hermandad escoltando nuestros diversos rumbos.
No es esta la vez primera que escribo y te escribo sobre nuestra entrelazada historia. Existe, en otras páginas, un breve relato que te menciona.
Sin embargo, hoy vuelvo a sentir la necesidad de tenerte más cerca,
La necesidad de entregarte lo inalcanzable.
Si bien nacimos en días similares, partiste antes.
Desde este hoy que es sólo mío, quiero rememorar tu presencia, la que nunca perdí. Quiero bailar otra vez unidas, la ronda que nunca dejó de girar.
Poco a poco el suelo se aleja de nosotras, el cielo nos acerca su inmensidad.
Mis brazos te buscan, mi corazón te abraza.
Sé que estas líneas llegarán allí, donde la eternidad te acoge.
Amigas constantes. Para siempre.

Comentarios

  1. Sentidas palabras, para esos hermanos que no son por sangre, sino por elección... Un vínculo que traspasa el tiempo y el espacio... Pequeña obra de arte.
    Elena

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  2. Como siempre, gracias querida Elena, tus palabras me llenan el alma y me dan el coraje para seguir en este camino de abrir el alma para quienes quieran escuchar. Nelly

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