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Mostrando las entradas de abril, 2021
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Si mi almohada te contara... ¿Que? ¿Los torbellinos de mis pensamientos? Las esperanzas reconstruidas mil veces desvanecidas... Las mañanas sin respuestas. Las innumerables, desilusionadas horas. La ausencia de deseados bienes. Contarte. ¿Qué?

Ciclos

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Lo supe desde siempre. Que nada es lo que parece. Que el Universo fue creado fuego, piedra, lumbre, oscuridad. Infinitas mutaciones, transformaciones centelleantes, despojados ciclos. Desandar de abundantes manantiales. De desbastadoras sequías. De hielos invasores. Mucho después, energías vehementes transformaron confusión en vital aliento. Y fuiste renovada vida.

La sombra

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Era una mujer bonita. Caminaba lentos caminos interiores, desconocidos para ella, para muchos que la conocían de siempre, algunos de nunca. El viento templado mecía sus rizados cabellos que apenas rozaban sus hombros. Sus ojos dorados reflejaban el oscuro verde del colérico mar patagónico, inmisericorde. La oculta risa por momentos chispeaba en ellos. Su edad, la indefinida edad de los que ya pasaron la certeza de los años. La arena apenas tibia, volátil, castigaba sus pies, sus piernas desnudas. Su mano balanceaba el fino calzado que poco antes se quitara. La playa extensa, solitaria, era absolutamente suya, íntimamente suya. El sol todavía no la abrazaba, no necesitaba huir de él, dar marcha atrás. El horizonte desvaído, el áureo cielo azul sin nubes, ensanchaba indefinido su pecho. Respiraba profundo, aspiraba el salubre aroma que las olas derramaban inquietas, huidizas. Corrió tras ellas intentando retenerlas. La risa la acompañó festiva. Sin verla, la percibió. La sombra veloz la

Siesta

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A Katja Siesta Con un ramillete de violetas va saltando la niña, su blanco vestido ondea, remeda alas de paloma blanca. Sus largas trenzas rubias deshaciéndose en hebras. Recorre el ancho patio soleado, escasas sombras lo cubren. El parral extendido muestra renovadas hojas. Florecidos racimos predicen abundantes uvas. La brisa cálida. Primavera dando paso al verano. Su padre sembró sueños en el patio de la casa grande. Generosidad transformadora, cobijo de arbóreos frutos. La higuera reverente agranda sus ásperas hojas, diminutos higos prometen miel roja. La niña corre hacia ella, gira a su alrededor, incansable. Nadie la escucha, nadie la ve. La modorra envuelve la casa, la siesta perfuma aromas, la acunan trinos. La niña danza fantasías, se acerca al joven limonero, verdoso tronco. Se inclinan ante ella sus ramas delgadas, pesan los limones pintados de sol maduro, las brillantes hojas. La niña se detiene, sus ojos claros ríen, acompañan el gesto amoroso, su mano libre acaricia el tro