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Mostrando las entradas de septiembre, 2021
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  Leer poemas descubriendo al poeta en sus cánticos. Gozar el fluir de la bella poesía alumbrándonos.

Lo que no fue

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Esas cosas que me alejan de ti, extraño ser fraterno. ¿Cuáles fueron? ¿Cuáles son? Un mundo y nada. Lo que no fue y es. Las incumplidas falacias que los resbaladizos caminos transitados lograron apartar de la existencia incompleta. Lo bueno, lo malo. La tejida, intrincada red de desaciertos. El desconocimiento absoluto de la certeza que esquivabas, que aún esquivas. Lo que no aceptaste, no aceptas y sistemáticamente niegas. Tus desesperados esfuerzos por aquilatar la infantil imagen. Aquella a la cual, si te enfrentaras, quebraría en tu alma, delgado cristal, aquello que, con tanto ahínco, inútilmente intentaste conservar. Imagen infantil que a repudiar no te atreves, aunque sí arriesgas depositar sobre robustos hombros ajenos, el insaciable peso de tus inconsistencias. Despojado final al cual, sin advertirlo, te encaminas. Querrá una mano tendida ofrecerte sostén cálido. En ella encontrarás valor para refugiarte, coraje para alcanzar renovado empuje. Acomodo cierto.

Días plenos

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Que nada perturbe tu sueño niño de las ocho lunas navegadas en inquieto silencio. Descansa confiado en tu cálido, expandido nido, cerrados los ojos que desconocen luz y cielo, percibiendo tempranas caricias de quien te acuna en su vientre. De quien con tiernos cánticos, te mece en sus brazos, aún antes de sostenerte en ellos. Imaginándote en sueños. Soñándote apacible. Sonriéndote sin saberlo. Aquietando tiernas ansias en su templada espera. Murmurando dulces nombres que sólo a ti conciernen, que tuyos sólo son y tuyos serán, destinados a cobijarte en sucesivas lunas que alumbrarán tus largos, estrechos senderos, amplios valles. Bendiciendo tus días plenos, tus oscuridades, risas, llantos, errores, tus aciertos.

Flores antiguo

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¿A veces me pregunto quién se llevó mi corazón? Quizás aquella ronda infantil primera, la de la bella farolera. Quizás la colorida calesita girando al ritmo del vals porteño, perdida la inalcanzable sortija. Quizás aquel dibujo que la inquieta maestra apremiaba a entregar. Acaso fuera el impensado traslado que nos obligaba a abandonar infantiles apegos, dejar en el olvido que nunca fue tal, la casona vieja del Flores antiguo. Tal vez aquel singular principiante bizarro que estrenaba lisonjas, pretendido galán. Probablemente los afectos familiares que comenzaron uno a uno a remontarse en cuerpo y alma hacia celestiales moradas, acuñando irremplazables vacíos. Quizás… ¿por qué no?... los primeros desencantos, las fallidas caricias, los equivocados diálogos, el oportuno silencio, el reconocimiento del equívoco remediable. Posiblemente, los inhóspitos senderos que los agotados días cincelaron poco a poco, afirmando dudas, deshaciendo pasos. ¿Qué o quién fue? Algo de cada quién… un poco de