De relatos y poesías breves

  Sin sentido. Sin nada que justifique la nada. El vacío conduce al vacío. La ira poco acepta, poco remienda. Daña porque sólo dañar sabe. El rencor lastima, roe entrañas, hiere, apena. Ser benévolo ante tamaña iracundia. Creer en quienes mienten, en quienes afirman sentir lo que no sienten. Entregar magnanimidad a cambio. Ser prudente a cambio. Insensato cabalgar sobre indómita cólera. Otorgar perdón desde donde sea posible hacerlo. Posible lo imposible. Posible, acaso.

Muchas veces nos salva del aburrimiento. Nos lleva a ocultas tierras. Nos permite transitar por extraños caminos que sin ella caminar no sabríamos. Nos lleva de la mano, alocada, libre como el viento, más libre aún. Permite dar soltura a nuestros pasos, obtener nuestros deseos, concretarnos en ellos. Permite que seamos lo posible, lo imposible. Nos da certezas, nos enamora el alma. Nuestro aliento se aquieta. Nuestro cuerpo recupera energía, nuestra mente se nutre de ella. Quien quiera atraer bienes sabrá que con ella los tiene. Quien a maravillas aspire, a ella habrá de recurrir seguro. Es su notable don quien nos sostiene. Un nombre posee, por él la convocamos, con él nos identificamos. A él apelaremos, sin dudas, si así lo deseamos. Es de ella y por ella, bien lo sabemos, de quien hablamos. Es en ella, en la imaginación donde vida, color, hallamos.

Dibujaba ventanas. Lo atraían. Las atrapaba sobre albos lienzos. Lo conducían a espacios abiertos, algunos ilimitados. Tersas brizas rozaban su rostro, sus manos, el pincel. La respiración ávida, fluía libre, anhelante. De pie frente a ellas se sentía indemne, incorruptible. Ventanas abiertas acercaban las sierras onduladas, restos de prehistóricos amaneceres. Avanzado invierno. Apenas el desvaído ocre de la hierba seca animándolas. Manojos de sufridos verdes intentaban sobrevivir a heladas madrugadas. Dibujaba ventanas que acercaban perdidos horizontes detrás de múltiples casas de paredes desteñidas, puertas obstruidas, cristales mugrientos. Más y más ventanas. Respiraba ansioso, la fantasía desbaratada. Percibía olores, fétidos interiores. Dibujaba ventanas, abismos envolviendo el vacío de sus oscuros días. Ventanas acechando el ayer. Ventanas parodiando el hoy. Ventanas despejando futuro. Devoraban ensueños, impaciencias.

Inquieto día, inquieta tarde invernal. Apenas asoma el sol, espía tras densas nubes. Juega a las escondidas detrás del infinito, espeso gris. Va, viene. Brilla sobre quienes lo advierten. Se oculta a quienes nada perciben. Su resplandor será ambicionado encanto para quienes percibirlo sepan.

La sensibilidad conmueve mis días. Hoy por hoy acaricia mi piel, confunde mis insistentes pensamientos dispersos. Está ligada a tan inesperada soledad renovada. Soledad que suponía por siempre remota. Vencida por remozados propósitos, proyectos que irradiaban aparentes luces encendidas, reanudadas compañías. Sólo fueron equivocadas hipótesis. Obstinada sensibilidad. Ella conduce hacia atajos que creía superados. Sin embargo, señala que habré de comenzar a escalar tiempos inéditos. Ella encausa hacia paradigmas que aquietaran angustias, aligeraran pasos. Devolverán cordura. Habré de aceptarlos.

Mentiras. Remedan verdades, aparentan serlo. Mentiras que no dejan de ser mentiras. Argumentos pueriles, esgrimen excusas. Lastiman inteligencias, deshonran corazones, agravian almas. Inútiles mentiras, sólo endiosan a quien las dice. Apabullan a quien las oye. Mentiras. Momentos perdidos, la oscuridad los envuelve. La nada hará de ellas extraña sinrazón. Desaparecerán en el vacío del olvido convocado a tiempo.

Entró en su casa. Infantiles voces, risas claras. Desde el primer piso anunciaban que sus hijos vivían intensamente las cándidas ficciones de sus primeros años. Bullicios, berrinches, sana infancia. Su esposa fue a su encuentro, compinche sonrisa. Las primordiales horas del anochecer colmaban el hogar. Su familia lo recuperaba de ajenas indiferencias, vanas competencias, impropios desacuerdos, egoísmos. Lo sanaba. Apacible, diaria coincidencia. Cotidianamente trabajaba durante horas. Ocupaba en su casa el escritorio que abarcaba un rincón de la cómoda sala suficientemente apartada del resto de la casa. Allí nada interrumpía sus investigaciones, sus creaciones. Aunque no pocas veces las necesidades impuestas lo obligaban a dejar a un lado su refugio. Habían logrado un buen entendimiento familiar, fusionar acuerdos, desacuerdos, afectos honestos. El presente les era benigno. El resto vendría con cada momento compartido, con cada adquirida experiencia, con el acaecer de ciclos vitales. Cr

Comparto desde el corazón, porque no sé hacerlo de otro modo y así lo siento, las fotos de mi participación en la Feria del Libro que tuviera lugar en la Ciudad de Avellaneda, Buenos Aires, Argentina, el día 4 de noviembre a las 16 hs.  Aún guardo en mí la emoción que suscitó el intercambio literario con autores dedicados a narrativa y poesía americana. Conté con la amorosa presencia de amigos y público en general. Difícil expresar todo aquello que provocó en mí, lo vivido durante esas horas de una tarde primaveral soleada y tibia. Tarde especial para exaltar el espíritu de las letras, que vá más allá de suposiciones y deseos. Agradezco a todos y cada uno desde lo más profundo, las muestras de afecto sincero y apoyo. Agradezco al Universo, a la Vida, lo compartido junto a quienes sienten igual amor y hondura por el buen decir y mejor sentir.  Nelly Perrotta    

  Frágil, veloz, inquieto. Plumaje verde grisáceo, de oro tu pecho. Tu fino pico pequeño hiere el florecido corazón. Tus desmirriadas patas reposan segundos sobre ramas en flor. Agitas tus alas, desapareces, luz, esencia. Yal andino, cada quien te nombra según su diferente estilo. Según el mío llamarte milagro quisiera.