Retozan nubes
sobre el azul.
Delira la mar.
Patagonia,
viste su manto de arena, sal,
áspera hierba seca,
polvo y más polvo.
Escondidos habitantes
asoman inquietos
en las altas mesetas.
Otros audaces,
sobrevuelan raudos,
inauditas lejanías.
Patagonia,
entona cánticos penosos,
ruda esperanza.
Recupera grises temples,
Regresa a las
bienaventuranzas.
Sutilezas
Tejido enmarañado, resistente, muchas veces obtuso. Arropa o desnuda nuestra existencia, tiempo, distancia. Trama sutil que nos une a través de los días de nuestra vida a lo ignoto. Más allá de lo previsto, de aquello que en nosotros alumbre o no alumbre, nos abarque desde siempre. No sé hacia dónde nos conduce, no sé qué nos espera, qué hay más allá de la añoranza. De esta manera ancestral de querer esperar lo probable, lo improbable. A pesar del desgarro, de la nada que nos asola y a la vez intenta acercarnos a la esperanza, contra todo riesgo, soslayando el cansancio. Allí, en ese ámbito que se abre luminoso, allí es donde se tejen las hebras de la constancia, de la perseverancia, del bien previsto.
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