La lluvia llega,
trae vigor.
Resurrección
en los sedientos
campos.
La naturaleza
calma su sed.
Recuperan los frutos
sabor, madurez.
Renace el calor
en los áridos suelos.
El verdor entrega
júbilo.
Trasciende hechizo,
magnitud en abundancia.
Sonoras voces
cruzan el infinito,
cautivan cercanías.
Modifican el hoy,
el mañana reportará
consuelo.
Sutilezas
Tejido enmarañado, resistente, muchas veces obtuso. Arropa o desnuda nuestra existencia, tiempo, distancia. Trama sutil que nos une a través de los días de nuestra vida a lo ignoto. Más allá de lo previsto, de aquello que en nosotros alumbre o no alumbre, nos abarque desde siempre. No sé hacia dónde nos conduce, no sé qué nos espera, qué hay más allá de la añoranza. De esta manera ancestral de querer esperar lo probable, lo improbable. A pesar del desgarro, de la nada que nos asola y a la vez intenta acercarnos a la esperanza, contra todo riesgo, soslayando el cansancio. Allí, en ese ámbito que se abre luminoso, allí es donde se tejen las hebras de la constancia, de la perseverancia, del bien previsto.
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