A Ini


Tu elección
Viniste a completar nuestra vida. A enseñarnos a ser. A ser con nosotros.
No te buscamos. No te elegimos. No te convocamos.
Tu nos escogiste. Tu entraste en nosotros, abriste nuestras puertas.
Ocupaste tu ilimitado espacio constante, dinámico, luminoso.
Fueron tuyos los primeros infantiles modos de expresarte, de sacudirnos íntimamente.
Tuyo el lenguaje inventado que nos acercó a tu verdad, a tus tiempos acertados, a la memoria sin memoria.
Progresabas en edad, en saber. Nosotros a tu vera.
Fuiste existencia fortalecida en cada gesto, en cada aleteo.
Nos los entregabas entero. Nos acercabas a tus realidades, a tus escondidas emociones, las que no hallaban la fácil ruta de tu decir interior.
La silenciosa fuerza aumentaba en ti poco a poco, estallaba convertida en gozo, confusión, turbada dicción.
Animado vigor intrínseco que conducía tu silente sabiduría, los logros maravillosos de tu entendimiento.
Logros de tal fortuna, que fue inevitable no entenderte, no sentirte, no amarte.
Te seguimos de cerca, de lejos, desde nuestras perplejidades.
Errátiles, a la vez que extrañamente acuñamos certezas, las que derivaban de tus certidumbres, las que instante a instante crecen contigo, alcanzan saber.
Tu vida en nuestras vidas, dádiva infinita, imperecedera, avanza con nosotros, en nosotros, hacia el devenir de lo ignoto.

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