Diminutos, agitados,
aleteos verdes azulinos.
Recorren pequeños
capullos coloridos.
Bello saltimbanqui.
Hurga su afilado
pico el interior rojizo,
busca sustento, dulzor.
Lo acoge la entreabierta
belleza de la flor
rendida a su inexcusable,
apremiante deseo.
No será única búsqueda.
No será única entrega.
Irá, urgido,
de rama en rama,
de flor en flor.
De tanto en tanto,
reposará su ingenuo ardor.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Sutilezas

El gran don