Van, vienen
multitudes, indiferentes,
ignorándose unos a otros.
La ciudad entrega
sus calles.
En ellas dejan
alientos, prisa,
risas, ignorancia.
Sabiduría del que
cree saber.
Tristeza del que
no sabe llorar.
Consuelo del que
lograrlo pudo.
Ansiedad, vida,
escondidos sueños,
contenida rabia.
Vienen, van multitudes.
¿Quién los acoge?
¿Quién los guía?
¿Adónde los lleva
cada día?

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