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Intentos

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  Saber la verdad suele ser tarea ímproba. Se necesita el acuerdo voluntario, mágico, que una dos seres a salir en su búsqueda. Pasaron días. Agotados en charlas interminables donde las posibilidades parecían infinitas. Empleados en presuntos planes a concretar. Algo fallaba, no cerraba del todo. Lo primordial se afirmaba sobre endeble equilibrio. Apuntaban a la compañía mutua, al imaginario deseo de hacer por el otro aquello que el otro necesitara. Parecía que la generosidad conducía al acuerdo; el que fue pareciéndose cada vez más a pacto forzado que a expresión de buena voluntad amorosa. Nunca lo lograron. Lo intentaron, desembocaron en el vacío. Él pertenecía a ese tipo de personas que prefería vivir sometido a sus propias mentiras. Ella prefería la verdad aunque doliera. Fue evidente para ambos que el futuro compartido sería una utopía. La vida avanzó de frente. Para ellos nunca vibró el nosotros.
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  Todo sabía, nada sé. Todo entendía, nada entiendo. Todo eran aciertos, sonrisas. Ahora conmiseración. Buscar el centro de lo cierto. Dar remedio a la desazón, acariciar el alivio que no vendrá de otros. Habita en honduras, se nutre en las entrañas de la voluntad, entronizada en el exacto punto donde nace la luz

Simplezas

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  En estos días donde todo se vive al límite de lo creíble, existen aun los que caminan lento, buscan la paz que muchos desdeñan. Él había sido constante con sus sueños, con sus proyectos diarios que abarcaban tiempos largos. Estaba todavía rodeado de sus hijos que anhelaban la independencia, aprendían a mover sus alas. Su mujer, una buena mujer; sumaban esfuerzos. Consolidaban afectos; alguna vez cantaron poesías. Hoy desplegaban vaivenes, fluctuaban entre esperanzas e impotencias; suma de aciertos y torpezas. Se sentía conforme con el balance de sus días, aunque no del todo satisfecho. No ignoraba que en la insatisfacción residía quizás la inspiración para seguir avanzando, agregar sentido a la existencia. Él no era filósofo, ni sabio, ni líder. Era un hombre simple que aceptaba las cosas simples, los aprendizajes sencillos; se movía lento. A veces trastabillaba, a veces tardaba en recobrarse, muchas veces las horas acumulaban pesadumbre en sus movimientos. Siempre o casi
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    Lluvia mansa, reverdece campos, resucita bosques. Renueva sabias, espíritus, existencia abundante. Nudosos brazos extendidos devuelven milagros, señales vivas, aires cristalinos. Huele a hierba buena, infinita mixtura, inocencia.

Fragmentos

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    Deambula el infinito en ellos, la eternidad. Cada uno atrae brillos, sombras. La intención ignorada de quienes ruedan sin proponérselo por gravedades inexploradas. Corazones ciegos ocultan cicatrices que el tiempo profundiza. Marcan desesperanzas. Acopian fantasmas en las madrugadas insomnes; resquemores irresueltos. Moles pétreas derrumbadas sobre hombros que poco resisten. Horas nutridas de ansiedades ilimitadas. Empero, el deseo de resucitar asoma luminoso. Todo habrá de ser aquello que ser acepten.