San Telmo
Destellan luces íntimas en las calles, en el barrio que fue poesía y cantos nocturnos. Paredes donde los trazos coloridos recuerdan candombes. Esquina de encuentros, amparo de intelectuales hambrientos y caminantes anochecidos.
Acre hedor de sus veredas, secuela del abandono del que no sabe ni quiere saber que cada rincón le es propio, como propio es su lecho, su hogar.
San Telmo; Bolívar y Brasil; casona de techos altos, columnata, galería, escalinata. Erguida a contados metros del Lezama.
Allí, entre los brazos de mi madre y el cuidado amoroso de mi padre, estrené vida, anduve los pasos inseguros de la niña que crecía y transitaba las calles de glorias desvanecidas, las que desembocaban a orillas del puerto de Buenos Aires, sobre las márgenes del Plata.
San Telmo, existes en medio de lo cierto y lo mil veces, supuesto.
Esto eres y mucho, mucho más.
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