Aprendizaje
Soledad.
Andar y desandar caminos. Confusión, angustia. Días sin aparente sentido, noches de vigilias obligadas; diluidas en la nada supuesta, en la probable pérdida. Así me sentía, además de ansiosa y extraviada en la niebla de mis sentimientos contradictorios. No es fácil ser mujer entera cuando la soledad abisma. Ni siquiera lo es para ti, hombre irresuelto, o para el niño que espera; para quien sea aquello que seas, incluso naturaleza fértil o desértica; trabajosa es la vida que va y va.
Desde mi existencia frágil, soledad, decido reconocerte maestra sabia, constructora de mis senderos escarpados, de reencuentros con las maravillas que alguna vez abandoné. Elijo encender, una vez más, la luz juvenil que fui.
Tal vez, soledad, aprenda a llamarte amiga, hermana.
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