Evidencias

 


En ese tiempo indefinido donde se busca y encuentran las raíces de los sentimientos, las que los hicieran elegirse, aceptarse, las que los mantuvieran unidos durante largos destierros, a pesar de alejamientos intempestivos, reencuentros esperanzados, todavía deseaban lo factible.

Fluían en la sangre luces cautivadoras, esas que suelen nombrarse incontenibles y que entre tantas cosas secretas transportaban la semilla implantada de lo efímero, la que ambos ignoraban.

Efímero, inadvertido. Crecía constante en esos días confusos en los cuales nada se cuestionaban, ni siquiera sobre las corrompidas estrategias, sobre abusivos reclamos, manipulaciones.

A pesar de todo subsistía en ellos cierta solidez afectiva, el convencimiento que todo lo transformaba en probable, aunque los conflictos aumentaran y fueran cada vez más frecuentes.

Poco a poco se instalaron sinceridades, aumentaron inseguridades, dudas, el dolor disfrazado de indiferencia. La distancia tangible.

A lo largo de ese periodo inestable aprendieron que el principio idílico no era el que entregaba las respuestas sino el lento camino, a veces tortuoso, perseverante, el apoyo mutuo, el equilibrio sostenido entre los dos. Aquello que cada día construyeran con voluntad, esfuerzo, renuncias.

Sólo así, transitarían el desierto.

 

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