El destino


  

Agobian el calor, los olores nauseabundos.

La jornada opresiva despertó en él sensaciones impensadas.

El día anterior, alguien a quien conocía desde tiempo atrás supo conducirlo, a su pesar, a través de planteos que consiguieron irritarlo. Irritaba entender conciencias ocultas, justificativos huecos. Conciencias que nadan en interiores camuflados, individualismos engreídos. Cómodos con sus conquistas aunque formen parte de destrucciones. Cómodos ante el yo manipulador que escapa a lo auténtico y permite ignorar la propia ignorancia.

Dudoso creer que mudarán empeños aquellos que debieran asumir sus necedades.

Imaginar porvenires afortunados, airosos cambios con sólo desearlos. Acaso les permitiera seguir anhelando lo anhelado escudándose detrás del destino. Destino, que según el decir de algunos resuelve, decide en nuestras vidas.

Suponer destinos como entes precisos que rigen circunstancias, alejan responsabilidades. Argumentos que suelen manosearse por conveniencias extrañas.

Él se negaba a creer en el destino. Prefería suponer que cada ser es libre de elegir derroteros de acuerdo a situaciones que dancen a su alrededor, construyendo decisiones personales, equilibradas o no. Construyendo la vida paso a paso con aciertos, errores, lucidez, locura. Según permita el devenir de ciclos vitales, coyunturas posibles.

Constructores conscientes bajo determinadas condiciones humanas, las que abracen o repelan. Las que se forjen mediante hechos que favorezcan o entorpecer quieran. Constructores de libertades.

Respiró con dificultad. El sólo sabía ser lo que era. De nada era maestro, a nadie enseñaba. Apenas podía sobrellevar su carga.

Comentarios

  1. Profundo y sentido, Nelly. Bellamente escrito. Me sentí identificada

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  2. Querida Elena, tus palabras me alientan siempre. Gracias por estar!!!! Abrazo. Nelly

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