Aquelarre.
Deslumbrante espesura.
Follaje vigoroso, lozano,
corona arcaicos tallos.
Luces, sombras, fuego, piedras.
Muelles hojas caídas, crujen.
Mágica reunión donde
magia es ensueño.
Donde ensueño es vida clara,
noche oscura.
Agitadas criaturas
rodean lumbre,
añaden sombras.
Cánticos entrelazan gargantas,
festivos cuerpos.
Corazones palpitan rebeliones,
atraen docilidades.
Retumban ecos afables,
ecos dolientes,
ecos distantes.
Mágicas manos atrapan vanidades.
Revolotean sones.
Atraviesan danzarines espectros
que huir saben.
Danzantes espíritus
Lanzan al infinito risas cristalinas.
Profundo azul destella
innúmeros diamantes.
Rientes ojos, centellas,
envuelven umbrías formas.
La hoguera estalla,
chispas rojizas envían señales.
Esotérica coreografía
desata ocultos secretos,
descubre hechizos,
acecha al nigromante,
abraza a la hechicera.
No es ésta, noche de oscuridades,
no lo es.
Poco a poco llega a su fin.
Desaparecerán jactancias,
fantasmagorías.
Sobre el infinito derramados rayos,
luces encantadas.
El triunfo del naciente sol
desvanece seducciones.
Aquieta danzas,
cierra párpados,
divagan anhelos sobre la piel tibia.
Reposan fantasías.
Volverán a reunirse.
Otras noches atraerán sortilegios,
oscuridades, fulgor.
Reinará la magia,
el conjuro brotará desde la tierra
hacia las delgadas manos,
extendidos dedos aprisionaran ilusiones
que magia convoquen.

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