Emotividad


Tango. Es lo que fue, lo que es.
Breve poesía apasionada. Mucho más, quizás.
Pocas, elocuentes palabras acompañadas por formas musicales concisas describen íntimos sentimientos. Asombrosa inspiración.
Entonadas, magníficas voces, guían a menudo hacia sorprendentes mundos.
Tango. Envuelve cintura, pies, las raíces del ser.
Era demasiado joven, buscaba lo inexistente.
Suena en mis oídos todavía cierta frase entregada al pasar por alguien muy cercano a mí, por mi muy amado. El tango, me dijo, nos espera, nos da tiempo para llegar a él. En su mirada enriquecida por los años, chispearon luces risueñas. El tango nos espera, repitió. Sonreí. Le creí. El tango me esperó, entró en mi mundo.
Lo encontré en aquel barrio de Belgrano donde la inolvidable voz soñaba con el viejo caserón, regresar a lo que no fue.
Me tropecé con él cuando el naranjo en flor me extasió con su perfume.
Llegó a mí, me tomó de la mano, caminamos por las calles de Pompeya.
Me embriagó transitando muy juntos las noches porteñas de San Telmo, murmuradas poesías detrás de sus paredes.
El Tango.
Transformó mis recuerdos, los cantó como nadie, nunca, los había cantado.
Sublime encuentro.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Sutilezas

El gran don