Momento a momento
nos rodean
montañas de indiferencia.
No es sencillo hallar
la comprensiva mirada,
la mano que estrecha
otra mano.
La mano que conforta.
No es sencillo abrazar
sin un por qué,
donar calor en el abrazo.
Contener a quien
contenido quiera ser.
No es sencillo ver pasar
la indiferencia, el apuro,
el no me importa,
el no existes.
Y existir deseo,
no para señalar que existo
sino para existir
en palabras dichas, oídas,
frente a frente.
Existir en la tibieza
de la piel que restablece
el tacto.
Nada vale existir
si existir es vivir atrapados
por cristalinas,
engañosas luces,
reemplazando la viva presencia.
Existiendo soy.
Existiendo doy.
Existiendo venzo la indiferencia.
Alcanzo el don maravilloso,
entera existencia.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Sutilezas

El gran don