Místico adiós


Negro pelo, acercándose libre, devolviendo afecto.
Acaso fue tu adiós.
Husmeabas atrevido nuestras quietas rodillas, brillante lomo ondeado, estilizadas patas.
Nos rodeaste, amoroso saludo.
Nuestra humana piel te reconoció.
No dudamos. Fuiste tú, encarnada poetiza.
Regresaste a tu cita, la de cada viernes.
Regresaste a nosotras, nos acompañaste un poco más.
Nos reconociste. Nos premiaste.
No fue don para todos.
Sólo nosotras dos advertimos tu encubierta presencia.
Místico descubrimiento, erizada piel.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Sutilezas

El gran don