Nuevo rumbo


Caminaba lentamente, evitaba el regreso al pretendido hogar.
Recorría el parque ensimismado, la mirada perdida en los recodos del angosto sendero.
La grava crepitaba debajo de sus pies, alertando.
Lo acompañaban los sonidos pausados de la torcaza, el insistente trino de los pájaros.
El cadencioso canto del benteveo confundido con el aleteo presuroso de las aves buscando refugio, reposo en los viejos árboles que alcanzaban alturas formidables, exuberante follaje del verano pleno.
La brisa medrosa ondulaba apenas las disímiles hojas verdes, algunas moteadas de oro, otras escarlata.
El atardecer instaba al sosiego.
Las discusiones, la animosidad desplegada en los últimos tiempos por la mujer, lo sumergió en esa extraña calma que no lograba desentrañar, tampoco deseaba justificar.
Estéril reconocer motivaciones.
El almibarado diálogo que ella intentara en variadas ocasiones, reforzado especialmente en las primeras horas de esa esperada mañana, fomentaba embustes que sólo engañaban su ego, ese que trasuntaba más allá de sí misma.
Indudablemente él los permitió, los prolongó apático, su propio ego engrandecido, enredado tras los manejos certeros de las mutuas circunstancias.
Lo seducían su activa inteligencia femenina, sus sabores, sus olores, halagándolo, envolviéndolo, frenando realidades.
Un mirlo dejó oír su canto, lo distrajo de sus cavilaciones.
La bandada de alborotados gorriones se perdió en el horizonte azulino.
El parque silenciaba sendas, desvanecidos transeúntes en sus sinuosidades.
Pocos niños correteaban incansables, asistidos aquí, solitarios allí.
Regresó a lo cierto de todo lo cierto, a aquello que moraba en él.
En ese apacible crepúsculo reconocía sus señales.
Nada era para siempre o casi nada.
Cambiaría rumbos. Renovaría oportunidades.
Otras palabras saldrían de otras bocas, otros sentires serían los suyos.
Vivirlos plenamente, limpiamente, serían prerrogativas que debía permitirse.
Enderezó los hombros, enfundó sus manos en los bolsillos de su pantalón.
Lento, seguro, anduvo la edad consciente, inaugurada.


Comentarios

  1. comenzamos ya con el segundo tomo de la trilogía. Les comparto cada palabra escrita para ser entregada a aquellos que deseen recibirla. Con afecto y agradecimiento hacia quienes desde muy cerca y aún desde lejos me brindan su apoyo y afecto. Nelly Perrotta

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