Aquí y ahora


La aeronave debía partir en dos horas.
La sala de embarque, como todas las de todos los aeropuertos del mundo, atestada.
Regresos. Partidas.
Infatigable ir y venir de viajeros. Hombres, mujeres, niños, jóvenes exaltados.
Edades diversas, rostros inimitables, idiomas para muchos incomprensibles.
Múltiples colores arropando cuerpos, nadie igual a nadie.
Espaldas soportando el peso excesivo de bolsos, brazos arrastrando maletas. Diversidad.
Algunos, reclinados pacientes en los asientos dispuestos en el recinto amplio, acristalado.
Otros, sentados sobre el pavimento, cruzando rodillas, alargando piernas, según cada quién.
Fijaban sus miradas abstraídos en la luminosidad que los conectaba con el resto del entorno.
La mujer corría detrás del inquieto niño.
Renovable gama de seres que desasosegados, serenos, apresurados, pululaban de un lugar a otro en busca de respuestas, de certezas.
Las vibraciones inconfundibles de los motores durante la ascensión, el aterrizaje, encubrían temores, encendían coraje, acunaban vaguedades.
Nuevos derroteros alejaban despedidas, acercaban encuentros.
Por un momento dejó que el libro descansara sobre sus rodillas.
Su mirada erró hacia la infinitud celeste que transparentaban los espaciosos cristales.
Todo bullía en su interior, transformado en viva presencia.
Tiempo atrás eligió irse, renovar horizontes, perderse en lejanías.
Tiempo después optó por el regreso.
Añoraba recuperar raíces, terruño, afectos, sueños juveniles, aquello que muy dentro suyo era inconclusa melodía.
Recuperar, intentar, darse, dar nuevas oportunidades.
Componer su íntima sinfonía.
Así lo hizo.
No fue lo esperado, ingenuamente proyectado.
Sin embargo, reconocía que el paso dado lo impulsaba a lo genuino.
Su sinfonía concluía lenta, suavemente, resonaban en él sonidos graves, acompasados acordes profundos.
Dejaba atrás delirios, esta vez conscientemente.
Cerró el libro, lo introdujo en el maletín, chasqueó la cerradura.
La voz femenina, clara, anunciaba en diversos idiomas, la partida del próximo vuelo, el suyo, el de la vuelta atrás.
Volver a lejanías que ya no lo eran, regresar al lugar escogido que hoy le pertenecía por derechos ganados.
Sonrío imperceptiblemente.
Se apresuró, decidido el andar.
Su mano apretada en torno al tieso sostén del maletín al que imprimió cierto irreverente balanceo, acorde a sus sólidas pisadas.
En su rostro, la sonrisa transformada, amplia, abierta al presente indubitable, al reencuentro de lo construido, del futuro que aún no le pertenecía, frente al cual se alzaría entero.
Las nubes arreboladas ampararon ensoñaciones, aves plateadas.



Comentarios

  1. Y se acerca el final de este año que tuvo sus altos y bajos, como todo en nuestra existencia. A todos mis lectores, les deseo que el nuevo año que abrirá sus puertas nos reciba con sus arcones llenos de frutos. y no sólo a mis lectores llegue todo bien, sino a esta humanidad en proceso de recuperación y cambio. Un gran abrazo esperanzador. Nelly Perrotta.

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  2. ¡Los mejore deseos para vos también y para todos lo que leen asiduamente el blog!

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  3. Gracias Juan!!!!!... Gracias a todos los quede un modo u otro están a mi lado !!!!!!... Nelly

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