Tejido enmarañado, resistente, muchas veces obtuso. Arropa o desnuda nuestra existencia, tiempo, distancia. Trama sutil que nos une a través de los días de nuestra vida a lo ignoto. Más allá de lo previsto, de aquello que en nosotros alumbre o no alumbre, nos abarque desde siempre. No sé hacia dónde nos conduce, no sé qué nos espera, qué hay más allá de la añoranza. De esta manera ancestral de querer esperar lo probable, lo improbable. A pesar del desgarro, de la nada que nos asola y a la vez intenta acercarnos a la esperanza, contra todo riesgo, soslayando el cansancio. Allí, en ese ámbito que se abre luminoso, allí es donde se tejen las hebras de la constancia, de la perseverancia, del bien previsto.
Elegir una palabra. Alguna vez lo hice. Se desprende de mí una breve cascada de letras que repetí en un par de ocasiones. De ella nace mi elección. Amistad. Significa mucho más para mí que lo que alcanzo a describir. Amistad, abnegado don, entregado a quienes sienten, conocen su valía. Sólo quienes saben oír, quienes son receptivos, honestos, quienes aceptan con sincero afecto participativo, con generosidad respetuosa, brindándose plenamente, lograrán saborear la dulce dádiva que dispensa la vida, inefable regalo, precioso, preciado como la más valiosa joya. Amistad indestructible a pesar de las sinrazones, de los recíprocos desencuentros. Siempre primará más allá de todo, la primera mirada comprensiva del primer encuentro. Las primeras confidencias saboreadas, los secretos mutuamente preservados. El afecto indemne, solidario. Valoré amorosamente los signos valiosos de los claros sentimientos, los que dieron a mi existencia una senda inestimable, el compartir desprendido, diario, de qu
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