Homenaje



Y te caíste. 

Tu tronco y raíces astillados, despojados. Te rendiste ante el viento huracanado, vencida, desteñidas tus hojas rugosas. Rendida entregaste el dulzor de tus frutos no nacidos. Los sueños de lejanos terruños, las nostalgias de sabores perdidos, la melancolía del desarraigado sembrador que te elevó añorando otros cielos, esperando que los nuevos suelos, los nuevos cielos, las aguas dulces, te acogieran como él lo hizo, fervorosamente, con el mismo celo, aquel con el cual él te arropó. Y, sin embargo, no fuiste bien recibida por quienes siguieron su árido camino. Y ahora él y tu verdor, están juntos bajo la luz infinita, sin medido tiempo ni contados rumbos. Gozando eternidad.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Sutilezas

El gran don