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  Vivir, vivir. Hacer posible irrealidades. Rechazar incongruencias, palabras que hieren, el no permanente, el que daña. Deshabitarlos, liberar siempre.

Recuperar bienes

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  Había que salir. Había que buscar un motivo plausible que ayudara a enfocar los días con el ánimo resuelto, la voluntad dispuesta, la luz despejada de cuando todo es seguro. Al poner el pie derecho fuera de la cama suponía que el mundo esperaba dadivoso. El camino recto conduciría hacia lo pretendido. Sólo tenía que proponérselo. No importaba si las manos de los que estuvieran o anduvieran a su lado, se abrieran dispuestas a dar o se replegaran negando. Tampoco importaba demasiado quien pusiera el brazo sobre sus hombros ni quien hablara junto a su oído palabras alentadoras, ni siquiera si otros pasos se unían acompasados a los suyos. No importaba, o tal vez sí, pero no eran imprescindibles; no lo harían detenerse. Todavía bastaba con su segura flexibilidad interior libre de supuestos. Deseaba ir al encuentro de los bienes que extraviara, recobrar sus derechos. El trueno estalló quién sabe dónde, seguido por el zigzagueo violáceo. La mañana cálida, lluviosa. Tampoco import
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  Noches trasegadas, fuentes de fantasías ilimitadas, atraídas por despertares. Atolondrados bostezos del alma. Trasnochados propósitos Alientan matinales horas, el tiempo concedido. Bifurcan caminos en la convulsa marea de lo establecido.  

Remontar tiempos

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    Fin de semana ciudadano igual a tantos que fueron. Gente errando de un lugar a otro, transeúntes entusiastas de parques, plazas, lugares donde una parte insuficiente de la naturaleza preservada intentaba paliar el calor agobiante. Esa mañana, como solía hacerlo de tanto en tanto, fue al encuentro de la ciudad abrumadora; iba en busca de los seres que amaba. Renacía junto a ellos. Llegaba, compartía, se marchaba. Apenas permanecía durante un tiempo insuficiente, el suspiro de un instante fugaz. Ellos vivían sus vidas estrenadas, ajetreadas, sus necesidades de pergeñar proyectos familiares. Ley de vida. Ella sólo aspiraba a compartir una ínfima parte de sus existencias; remontaba otros días, otras horas. Al final de aquellas jornadas regresaría a lo suyo. Como siempre, igual que siempre, la nostalgia inevitable acompañaba el regreso. Caminó las calles que la guiaban hacia el lugar donde aguardaba el microbús que la regresaría al amparo escogido. Dejaron atrás centro