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Remontar tiempos

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    Fin de semana ciudadano igual a tantos que fueron. Gente errando de un lugar a otro, transeúntes entusiastas de parques, plazas, lugares donde una parte insuficiente de la naturaleza preservada intentaba paliar el calor agobiante. Esa mañana, como solía hacerlo de tanto en tanto, fue al encuentro de la ciudad abrumadora; iba en busca de los seres que amaba. Renacía junto a ellos. Llegaba, compartía, se marchaba. Apenas permanecía durante un tiempo insuficiente, el suspiro de un instante fugaz. Ellos vivían sus vidas estrenadas, ajetreadas, sus necesidades de pergeñar proyectos familiares. Ley de vida. Ella sólo aspiraba a compartir una ínfima parte de sus existencias; remontaba otros días, otras horas. Al final de aquellas jornadas regresaría a lo suyo. Como siempre, igual que siempre, la nostalgia inevitable acompañaba el regreso. Caminó las calles que la guiaban hacia el lugar donde aguardaba el microbús que la regresaría al amparo escogido. Dejaron atrás centro
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  Articulaciones, tendones, huesos, sangre, energía viva. Acaso no sólo somos eso. Suponerlo estrecha horizontes, desalienta. Tal vez, en nosotros, reverdezcan desiertos, visiones encandiladas. Infinitas esencias posibles otorguen alas, trasciendan eternidad.

Existencias

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    Ocurre. Hay en el haber diario quienes establecen contactos con seres a los que creen representar y sólo se representan a sí mismos. Muchos son los que adoptan fachadas, posturas, dichos que poco dicen. Sus luces iluminan como débiles soles. De ellos no crece la buena hierba, crecen ilusiones quiméricas, sueños inconexos, preguntas sin respuestas. Saber quiénes son no es fácil, es tarea ímproba que nadie premia. Se relacionan con objetos multicolores, con lumbres artificiales, caricias expresadas en palabras que no saben de humana tibieza.

Riesgo

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  Fluían aguas claras desde heladas vertientes. Rugían mares revueltos, sombríos. Surgían inextinguibles regueros. Todo era posible cuando en la palma de su mano relumbraban estrellas. Tenía que suceder. Iban hacia lo que evitar no quisieron, no supieron. Lo inevitable atrajo ausencia. El dolor los acunó, ensanchó canales del alma hasta alcanzar indecibles riesgos. Volver a empezar.

Sutilezas

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  Tejido enmarañado, resistente, muchas veces obtuso. Arropa o desnuda nuestra existencia, tiempo, distancia. Trama sutil que nos une a través de los días de nuestra vida a lo ignoto. Más allá de lo previsto, de aquello que en nosotros alumbre o no alumbre, nos abarque desde siempre. No sé hacia dónde nos conduce, no sé qué nos espera, qué hay más allá de la añoranza. De esta manera ancestral de querer esperar lo probable, lo improbable. A pesar del desgarro, de la nada que nos asola y a la vez intenta acercarnos a la esperanza, contra todo riesgo, soslayando el cansancio. Allí, en ese ámbito que se abre luminoso, allí es donde se tejen las hebras de la constancia, de la perseverancia, del bien previsto.
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  Lo escuchó. No lo vio. Algo, leve, muy leve, suspiro apenas audible, surgió de su sonrisa. Rumores de frágiles alas, sutiles magias interiores. Entonces, el Cosmos, astros rutilantes, fueron adyacente armonía.