Islas
Somos islas. Eso somos. En cierto modo lo somos. Vamos andando a través de nosotros mismos. A veces, conscientes. Otras, tragados por nuestra ignorancia. La mayor parte de nuestra vida, deambulamos sin reconocernos ni reconocer nada ni a nadie. Sin entrever siquiera que somos apenas un minuto que transcurre, que se diluye en ese no ser, en lo impensado. Nuestros afanes inútiles, son precisamente eso, inútiles. Si discurrir queremos, sin voltear la cabeza a un lado, a otro, atrás, adelante, pasaremos de largo no sólo frente a los otros, sino frente a ese otro que somos nosotros mismos. Islas somos. Nos rodea el océano de la existencia, el océano que conlleva vida, la nuestra, la de otros y nos conecta con el resto de lo creado, con el infinito. Nos permite acercar la barca de la esperanza a quien quiera subirse a ella. A quienes nos consientan navegar junto a ellos, en la armonía del consenso, del disenso, del reconocernos parte de un todo. Sólo así, tal vez, iremos má